domingo, 25 de julio de 2010

Es un viernes a la noche y vos estás con ella. Y yo por primera vez estoy en mi casa pensando en vos. Me río, porque te conozco como a la palma de mi mano y veo en mi cabeza cómo tratás de zafarte de sus besos, cómo hacés un esfuerzo para darle un buen abrazo, tratás en vano de sentir vértigo en tu estómago cuando te ves en sus ojos grandes y claros. Y me imagino tu cara de incomodidad cuando ella te pide tu nuevo número de teléfono. Titubeas y no sabes bien qué hacer, porque no estás seguro de quererla volver a ver… Y sé que sólo deseás estar tirado en tu terraza, mirando las estrellas y escuchando un poco de reggae. ¿Y cuándo va a saber ellas todas estas cosas? Por más de que lo intente, nunca le va a bastar una mirada para saber lo que estás pensando. Nunca va poder convencerte de que se lo digas con una sonrisa. Ella es alta, y yo soy estatura promedio. Ella es rubia. Y yo, una castaña más del montón. Ella tiene sonrisa de publicidad. Pero la mía es más simpática. Ella es lista e inteligente, pero no entiende tu manera de bromear. Ella se esfuerza en hacerte sentir bien, pero sólo yo sé cómo te gusta que te acaricien la palma de la mano. Y ella sabe de memoria tus cds preferidos. Pero a tí sólo te gusta la música que escuchas conmigo. Ella te invita a todos los boliches. Y no se da cuenta que sólo prefieres jugar a la play y pedir pizza. Ella se arregla y se pone tacos para verte. Yo te recibía en mi casa con pantuflas. Y no entendés que es lo que está mal con esa chica modelo. Pero te acuerdas cuando manejabas hacia mi casa llorando porque no te sentías bien. Y que yo entendía todo lo que te pasaba. Y piensas que tal vez no encajas con ella simplemente porque me perteneces a mí. Tienes mi marca en el dorso de tu mano, esa que me gustaba acariciar. Y cuando le rozas su pelo, ves que en tu muñeca todavía llevas esa pulsera que te regalé. Entonces te decides, y le das el número de teléfono equivocado. Y me dejas ganar otra vez.

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